lunes, 4 de agosto de 2014

Tenía ocho o diez años

Lunes por la mañana y debe comenzar el agobio del laburo que no deseo, para comprar cosas que no necesito.
Claro el pulento ya lo declaró, pero ¿acaso las verdades pierden energía al ser reiteradas hasta el cansancio?
¿Acaso deberé cansarme un lunes por la mañana y descender hacia espectáculos somnolientes de odio a un trabajo repetitivo copia de una copia, de una copia?
En su lugar  preferiré pensar en la salida de emergencia a 10.000 pies de altura...

Es lunes y debe comenzar el agobio, sin embargo muy por el contrario los ánimos están álgidos y esperando la trompeta que de inicio a la batalla...

Recuerdo que tenía ocho o diez años. Miraba programas alternativos en la Tv, probablemente algo de I Sat... ese canal un tanto extrañamente enamorable, la alternativa al ocio impregnado de la TV...
Recuerdo que un publicista hablaba de la intencionalidad de los mass media, básicamente como nada se dejaba al azar...
Y cuanta verdad profesaba ese libertador de mentes y es que al ver bob esponja solo consumo a infantes era prometido, en tanto que al acompañar a mi madre en la novela solo productos de aseo (perpetuación masiva de estereotipos otrora criticados, visualmente degustados), en tanto que en los mátines el consumo y esparcimiento era religión en reclames televisivos...
La verdad estaba escrita, la mecha incipientemente encendida...

Recuerdo que tenía ocho  diez años y el mundo se desvelaba.
Recuerdo que tenía ocho o diez años y el amor nunca fue mi prioridad, admiraba enormemente el cuerpo femenino, pero a su vez el cuerpo masculino siempre me fue interesante.
Recuerdo que tenía ocho o diez años y leí un articulo que versaba sobre el amor, y como éste se traduce en la entrega a esa otra persona con la cual conscientemente hemos decidido compartir la historia.
Recuerdo que tenía ocho o diez años y pude evidencia la indiferencia entre el sexo de quien se ama, pude desprenderme por primera vez de las culpas heredadas y en su lugar se instalaba un paño nuevo por colorear.


Recuerdo que tenía ocho o diez años y algo se apagaba.
Era constante la invitación, y a su vez reclamo, por no cambiar nunca.
Los terceros se tomaban la libertad se impedir mi crecimiento.
Su buena intención era mas del asistencialismo, era funcionalidad a babylon.

Pero hoy no tengo ocho o diez años.
Hoy me cuestiono profundamente el sentido de mi vida.
Hoy el camino se bifurca y yo guió caballos desbocados.
Hoy debo decidir el sacrificio de los animales que guían mi destino.
Siento que todo es una trampa y la salida es solo una.
El consumismo te consume.
Solo cuando lo pierdes todo eres realmente libre.
Estoy encorbando mis rodillas, saltaré del móvil que me traslada.
Tengo claro que debo comenzar a caminar.
La promesa de modernidad, la promesa de modernidad viajando a millas por hora nos ha fallado.
Hemos alcanzado velocidades súper sonicas y cada día retrocedemos pasos agigantados.
Vemos el hombre caminar en otros planetas y nos hemos transformado en invasores de nuestra madre.
Orbitamos nuestro planeta transmitiendo señales en vivo, gozamos vía streaming y los desiguales siguen botando la comida que sobra en sus cocinas, con directas prohibiciones que las empleadas lo lleven para alimentar a los suyos.
La tierra sigue teniendo dueños y cada vez son menos.
Las promesas son mentiras y mentiras son promesas.

Pero vuelvo a mi lunes.
El trabajo nos miente y nos incomunica con sueños de futuro orgánico.
Que decepción es la muerte de la esperanza.

Recuerdo que tenía ocho o diez años y descubrí que lo prometido es falso.
Recuerdo que he aprendido que la realidad es fantasía... el maya hecho cubierta.
Era el infante que ya nunca más fue infante.
Primero degustar el dolor de no creer en los sueños.
Luego degustar el dolor de anular esperanzas para mi familia.
Luego degustar el dolor de reconocer que todos morimos solos.
Luego reconocer que el llanto de un bebe es de dolor.
Luego trabajar en la desesperanza ya aprehendida.
Luego trabajar en olvidar todo lo interiorizado y entreganse a la fantasía del maya.
Pero en el fondo siempre estuvo la esperanza del error.
En mis lunes siempre hubo felicidad pues la esperanza nos da luz en la oscura modernidad, en la desigualdad del amanecer y atardecer contaminado por la inmundicia, asquerosa, sucia, imbécil, ignorante, separatista, mierda egoísmo seudo humano. Los amos de la caverna se regozigan de placer.

La esperanza ha muerto.
Solo una conversación y un mínimo antecedente ha muerto la esperanza de cambiar a baylon...
Para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos...

Temo al temor de olvidar lo que ya nunca olvidaré...

Vendo riñón a fin de poder perder los sabores otrora degustados...

Recuerdo que tenía ocho o diez años y me empecé a cagar en la autoridad, me cago en el universo creado por el hombre...





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