domingo, 7 de agosto de 2011

Sobre lo que l E o ...

Ya he leído la tercera entrega de la aventura que un muy buen amigo ha decidido enfrentar. He leído y a la vez he vivido parte de las aventuras que su empresa ha develado, a creado y encontrado (o reencontrado?) .


Me es interesante, pues me embarga un sentimiento que deambula entre la nostalgia, la tristeza, la desesperanza aprehendida y la motivación...


También es interesante el ejercitar en el reconocimiento de mis emociones y de mi personalidad. Tan solo anoche entre copas (que es “lindo eufemismo” para referir un carrete en vaso plástico) intentaba rederscubrirme y plantear la importancia del egoísmo constructivo, y del reconocimiento de mis extremos... de nuestros extremos, frente a la letanía del amor perdido como oportunidad de reflexión y superación. He caído en relevar la importancia del mensaje que mi buen amigo sin duda expresaría en el correo que he leído. Es tal dicha relevancia que me he permitido estancar el correo en mi panel de recibidos, durante cinco días, hasta encontrar el momento para darle lectura concienzuda... Ello parece vulgaridad, pero significa un atentado radical frente a la impulsividad controlada que marca mi personalidad, frente a la explosión de acciones desreguladas, con ausencia de un hilo conductor, y con ausencia de un denominador. He atentado contra el carpe diem...

Y ello ha causado mella en mi, pues me siento embargado por esos sentimientos poco positivos. Sin embargo creo positivo el momento pues quiero pensar que en dicho correo mi buen amigo ha depositado todo ello que transmite a la espera que otros recibamos parte de sus devenires y digeramos energías oscuras, y eso me da cierto heroísmo y me permite abrazar a mi amigo en su aventura, de estar con él en su soledad y de palpar la calidez de su aventura...






Básicamente el planteamiento de fondo radicaría, cual sino otro, en las diferencias culturales, en como la construcción de nuestra personalidad esta marcada por nuestro entorno y viceversa... Pero en esta relación existen ciertos males, que más allá del valor relativo que pudiésemos darles, no estamos dispuestos a digerir. La idea no es cuestionar y versar la palabra y los pensamientos frente a los otros, más solo es manifestar el repudio que siento frente a los ejercicios dañinos del medio ambiente (incluidos nosotros mismos...). Me siento trágico al estar calentito con una estufa, al comparar bencina para el auto, al ver los colores de mi ropa feliz, al escribir en este teclado que nada cuestiona, al leer con códigos que destruyen las verdaderas ideas que quiero expresar... Pero, definitivamente, mes siento peor al saberme protagonista de la inacción y reavivar el compromiso por lo que debo hacer... la teclas son cada vez más duras y mis manos ejercen fuerza mayor en ellas, siento crujir mi escritorio y fantaseo en que se romperá, rompiendo el suelo de este que no es mi hogar y abriendo la tierra hasta partirla en la mitad y tragar toda esta civilización. Y así poder entregar el único regalo realmente posible... la posibilidad de comenzar nuevamente, la opción de poder volver a equivocarse en descubrir lo incierto...