viernes, 26 de diciembre de 2014

Ataca la palbara...



Se me escapan las verdaderas palabras,
En su lugar anidan rencores y sueños perdidos en vidas pasadas, en pasadas vidas perdidas por sueños no realizados.
Soy la caravana de pérdidas, soy la eterna pérdida del alma perdida, del alma perdida que no logra encontrarse, del alma perdida que no logra encontrarse pues ya no se busca, del alma perdida que no logra encontrarse pues ya no se busca y nunca se buscó…
Soy la ausencia de castigo en la incertidumbre de la culpa…
Soy culpa, razón, olvido, pena, desgracia, misericordia, anhelo y estreches.
Soy la ausencia de conectores que den razón al sentimiento de culpa, orientado y mutado desde el ejercicio incuestionable de la razón que inunda la vida cotidiana. Pero a su vez todo cae en el absoluto olvido de no saber donde, hacia donde se camina, desde donde se camina, en qué lugar miserable se camina. Alguien fornicó, alguien procreó, alguien jugó a ser Dios y de su progenie se ha creado el presente, de su progenie y la ausencia de nuestro presente crea el futuro. Millones de años mutilados por el error a creerse más allá de lo que el altísimo permite, de lo que el de arriba sugiere. Todo es pena, todo es pena, todo es pena. Somos hijos de la desgracia y del error, somos supervivencia encarnizada, somos carne abierta sangrante y doliente que respira en un silencioso tintineo con el mundo, somos cobardes  en busca de misericordia, soy cobarde en busca de misericordia, soy misericordia que huye de mi, de ti, de nosotros, soy lo peor de lo vivido, lo peor de lo vívido, lo peor de lo peor hecho peor… Soy y somos el anhelo de volver a ese estado primario, a ese recuerdo inmutable anidado ahí, ahí, ahí, un poco más allá, ahí, donde lo dejaste ese día, el día de nuestra total aniquilación.
¿Es acaso el mundo el destino incierto de placeres irracionales?
¿Es acaso el mundo la irracionalidad incierta la creadora de mundos cambiantes?
¿Esa caso el cambio el mundo que nos espera?
¿Son acaso los dioses los articuladores de una benigna maldición dispuesta a cumplir su cometido más allá de los lujuriosos deseos de quién opta por el celibato genuino?
El deseo es carne, y la carne es comestible. El vegano y sus variaciones resultan ser anomalías en el circuito del amor, pero a su vez las anomalías son razón de lo creado, y lo creado existe, y lo que existe es ficción, solo el ensueño al cual se acostumbra el poeta.
El amor no existe, como no existe la razón, como no existe este poema, como no existes tú querido oyente, como no existe la voz que lo susurra.
En el fondo el candelabro está a punto de caer, bajo su sombra se escudan dos enamorado, pero a su costado hay otros dos enamorados que se han concertado a no cobrar su amor, a no enjuiciar sus pecados, a aniquilar al que ama, a aniquilar el egoísmo de no ofertar la esencia de su efímera felicidad. Alguien cortará la muerte, alguien debe morir y por lo pronto parezco ser yo…