Les hablaré de un personaje que
dice vivir en un libro de ficción. Este sujeto constantemente está haciendo
preguntas en torno a lo qué es, lo que será y lo que sería. Todo lo anterior le
sitúa en una posición de cierta debilidad, y es que ya la sorpresa parece estar
anulada. Ya en la gente con la cual se rodea, nada le sorprende. Todo es
esperable y todo anteriormente transitó por sus pensamientos como un
probabilidad cierta. Así, cada día y momento más cerca del colapso predecible
este señor ficticio sabe, o por lo menos guarda alta certeza, de cómo el otro
señor o señora real irá a reaccionar.
Lo anteriormente descrito parece
hasta un regalo de los dioses, pero este señor ficticio lo asocia a la trampa de la vida eterna. La vida eterna es tentadora
y un sueño para quién no la posee, sin embargo al transcurrir generaciones esta
vida eterna es la trampa de no poder morir ¿Imaginémonos la ausencia de la
muerte? Es algo terrible, la eternidad es un estado para el cual nuestro egoísmo
no está preparado y es que no seremos jamás poseedores de la muerte. Ese algo
que, sabemos, constatamos día tras día, generación tras generación. La
presencia del ciclo al cual no hemos sido invitados. Más bien el castigo eterno
de la vida eterna. En este sentido nuestro personaje ficticio ya ha muerto…
murió con la novedad… Entonces nuestro sujeto ficticio se ve atrapado en la
cotidianeidad, está siempre obligado a pensar en el otro, a sugerir, en su
interior, lo “ocurrible”…
¿Pero porqué no explotar dicho “DON” y transformarlo hacia el bien y así
aportar a la construcción de una mejor sociedad?
Imagina una carretera, en la cual
existe un camino predecible, que claro es la carretera misma… Y cada persona
vendría a ser un automóvil. El automóvil está reducido a los movimientos
posibles, que se sintetizarían en seguir, frenar, adelantar, acelerar, etc.
También hay probabilidades reales, sin embargo indeseadas en ciertos estados, éstas
serían volcarse… todo lo cual acomete el riesgo de la aniquilación total del
vehículo (de la persona humana), sin embargo también existen talleres de
reparación y esas cosas. Entonces conociendo, o por lo menos intuyendo, el
camino y los movimiento posibles este sujeto simplemente se limita a observar y
aventurar los movimientos de los otros vehículos-humanos, siendo, a mayor cercanía
de una salida, un bache, un evento, una tormenta, etc., predecible el
funcionamiento del otro… Sin embargo somos seres imperfectos y con tendencia a
subestimar, todo lo cual; este señor real que maneja ese otro automóvil pese a
haber señalado puede no virar en la próxima salida y he ahí la posibilidad del
error que todo lo frustra. Pero nuestro señor ficticio ha descubierto que lo
importante no es saber el futuro y determinarlo a ciencia cierta… y es que la
misma ciencia es la traición de la tradición, dícese sugerir novedad y
desarrollo. Sin embargo solo es la hija engreída de la historia, que al conocer
más elementos se olvida que pertenecen a las propias leyes inmutables de las
cuales los padres de la historia hoy ya no le alejan… la tecnología es predecible,
y la modernidad es el desarrollo de la tecnología… Así el saber las acciones
siempre premeditadas del otro es a su vez predecible la misma historia, la
misma humanidad… He ahí la pregunta que hemos de evitar, sin embargo nuestro
personaje ficticio nunca antes lo supo… nunca antes vio venir la vorágine predecible
de la articulación de la antes simple pregunta…
Hasta un día de Krishna dura mil
años… él es poseedor de una vida construida por miles, tal vez millones de días,
un periodo de tiempo tan grande para nosotros que es inimaginable,
inconcebible, pero real. Sin embargo el DÍA es la cuantificación de una historia.
Y como hemos de saber toda historia tiene un fin… de lo contrario no podría ser
historia. Es así que incluso Krishna no olvida que es poseedor de un final.
Krishna a su vez sabe que hay algo que no posee, es un Dios para los humanos…
es un Dios por sus capacidades, otorgadas por el conocimiento de las reales
leyes inmutables de la naturales. Es poseedor de la magia, qué es la magna
ciencia… el conocimiento supremo de las leyes inmutables, de la articulación
divina hecho maya y posible de
realizar en nuestros plano.
En la posibilidad de la creación
radica la posibilidad de la novedad. Hasta Krishna puede sorprenderse.
Nuestro protagonista ha perdido
la novedad, ha perdido el sentido de futuro… el suicidio sería opción si no se
hubiera hecho antes las preguntas sobre su creación… el suicidio a veces no es
opción y es que se transformaría en la inscripción en los anaqueles de la
historia. Es la trampa hacia la existencia de la realidad misma. La única
opción (tal vez predicha por el nihilismo) parece ser un acto poético mayor que
el suicidio mismo… la única opción viable, ya analizada, mesurada,
contextualizada por nuestro personaje de ficción es la aniquilación de su ser,
la inexistencia absoluta de todo lo que él fue, de todo lo que seria y de todo
lo posible…
Este cuento no es real, no existió
el personaje ficticio… siempre me referí a mí, nunca fue otro.