De La Sal de la Tierra...
Soy un ser cíclico.
Definitivamente de vez en cuando
en mí se instala la necesidad de volver al origen. Todo ello en independencia
al avance de la vida, que por lo demás parece estar bastante estancada desde el
principio de los tiempos.
Hay en mí una vorágine que busca
norte, pero sigue cautivada por la belleza de la rosa de los vientos, y ahí,
ahí, ahí solo deja pasar el tiempo, boquiabierta sin escuchar la razón de lo
obvio o el corazón del camino.
Por estos días la tristeza parece
no ser novedad. Muy por el contrario es una anodina desesperanza más propia que
furtiva.
Hay deseos de emancipación de
sentimientos pulcros, pero se ven devastados por la briza de esa real pasión
brutal y transgresora.
¿Adónde voy?
¿Adónde va mi cuerpo?
¿Soy la respuesta a mis
preguntas?
Quiero pensar que hoy acierto al
querer avanzar en base a mis reglas. ¿Acaso las reglas que nos rigen son
inmutables? ¿Acaso esas reglas logran distanciarse de cualquier justo
cuestionamiento?
Soy un ser encadenado que cree
haber vislumbrado cadenas… cosa que siempre causa dudas en mí.
Soy alguien que de manera
estúpida se cubre de cadenas pensando que la libertad estará al hundirse más.
La transgresión es reiterativa y
se sucede descriptiva.
Hay días en que me gustaría
orinar santos, hay días en los que necesito salvar el mundo, hay días en que no
puedo decirle te quiero, hay días en que la bonanza se apodera de mis lares,
hay días que nacen siendo noches intentando escapar del inevitable atardecer.
De vez en cuando doy con una
razón para darme asco.
De vez en cuando soy con una
razón para subirme el rango.
De vez en cuando desecho instrumentos
de sanidad por sendos manuscritos de obscenidad.
Hay cierta seducción en la
antagonía, cierta facilidad de argumentos e ilación de idiomas que hasta llega
a ser falso en su benigna novedad.
Recuerdo que mi primer trabajo
fue a temprana edad. En esos días era un juego barrer para obtener ese, a mis
ojos, inmerecido sueldo.
Recuerdo que antes nunca hube
barrido el mínimo espacio de comodidad, siquiera urbanidad.
Recuerdo el cómo el juego se hizo
carne, el cómo la sumatoria de reglas iba en directa relación con el rápido
aumento de la entretención.
–entretabilidad le llamaría si mi sangre pudiese omitir reglas diáfanas
del lenguaje-.
En mí se anida cierto
comportamiento obsesivo, mesclado con una pisca de ausencia de continuidad…
Tengo cierta dificultad.
Evidente.
Para poder expresar ciertas ideas…
En mí la asociación suele ser de
manera libre y espontanea. Todo lo cual, evidentemente, impide el sostener una
práctica por un periodo de tiempo determinado.
Lo anterior me ha permitido un bagaje
amplio de posibilidades de conocimiento, en los cuales prevalece una mirada
superficial toda la cual, generalmente, es mayor a las de los terceros.
En ningún caso esa diferenciación
reluce como academicista, no mi buen, está muy lejos de ello.
Quizás nada me conozcas.
He sido malo para el deporte por qué
no lo continúo, conozco de tecnologías, motores, vapores, aviones, ferreterías,
pastelería, cocina (gran pasión), etc. Soy de profesión Trabajador Social, pero
no tengo esencia que me defina… simplemente hasta el día de hoy no existo… como
ese gran porcentaje de la humanidad que no existió jamás.
Soy yo y eres tú, somos nosotros.
Y si piensas que tiene que ver
con dejar la huella…
Insisto, no me conoces.
Viendo La Sal de la Tierra (2014)
son muchos los mensajes que llegan. Creo que necesitaré verla unas cuantas
veces más para recién poder estar un pelín satisfecho de lo que la imagen puede
entregar. Pero por ahora son dos los mensajes que no quiero dejar escapar.
Primero la sencilla y simple
esperanza de que “es posible… cresta si lo es”, todo lo cual más bien es un agradable
recordatorio.
Segundo, no más o menos
importante, es la lección que Sebastião Salgado entrega con su vida… mucho me
gustaría hablar de él, pero considero es una falta de respeto hacerlo desde la excitación
del momento, todo lo cual desconocería la real profundidad de un ser altamente
privilegiado por sus aciertos. Me refiero a la existencia de “tiempos”.
La humanidad no vive a un único
tiempo, la vida no avanza de manera continua e inexpugnable.
La vida tiene ciclos y momentos
de clímax y latencia.
Existe un tiempo que parece estar
marcado por la “modernidad”, pero ello es solo uno más.
En mi vida me he topado con tantos
tiempos fuera de la modernidad que sería faltarme al respeto al no visualizar
mi experiencia como parte decidora de mi opinión.
Hay veces en que debemos buscar
en nuestro interior… antes que se pudra.
Veo belleza y pudrición. Además
está el humano…