martes, 31 de julio de 2012

lunes, 30 de julio de 2012

Sobre la culpa... (otra vez...)




¿Y cómo he de transportarme?
¿Y cómo hemos de transportarnos?
Las preguntas muchas veces son inadecuadas, más bien las mismas preguntas plantean respuestas que en caso alguno serán de utilidad. Tanto en su dimensión practica como en su dimensión espiritual… Lo importante no es el cómo… lo importante, claramente, es el viaje…

Y aquí estoy viendo porno de los noventa, rodeado de gatos que se hieren entre sí (ello pareciera divertirlos –no entiendo a los humanos, menos querré entender a los gatos-).
De repente, de forma repentina, indeseadamente llega la culpa… nuevamente se cuestionan mis cimientos… esa sensación de no poder asumir lo profundo, ni lo efímero.
La culpa es un sentimiento heredado y traicionero. La culpa se instala y encarna luchas que buscan descifrar códigos maliciosos. La culpa no es mía, no es tuya… ya no es de “ellos”. La culpa así solo se transforma en la culpa.

Recuerdo que para mi cumpleaños número 16 llego un buen amigo con una botella de ron… era su regalo para divertirnos y olvidarnos de nuestras penas, de nuestros cuestionamientos, y por lo demás huir de nuestras certezas…
Como era de esperar otro invitado ha sido el alcohol, así su buen regalo no fue protagonista de la noche.
Éramos jóvenes, creíamos ser guerreros en lo del “copete”, años más tarde sabríamos que culturas anteriores se reirían de nuestro “excesivo” consumo…
Viéndose mi cumpleaños finalizado este amigo se despide… caminando hacia la salida de mi hogar me sorprende de manera mágica, y es que toma la botella, antes mi botella ahora su botella, y la transporta hacia su destino, para mi incierto…
Nunca me ha dejado de sorprender su actitud… lo suyo pasó a ser lo mío, lo mío me exigió ser lo nuestros, y finalmente lo nuestro paso a ser lo suyo. Ya el destino me mostraría explicaciones de sus acciones, pero es otro pasaje en esta historia.
Hoy la culpa se transforma en él… es un invitado que creo no puedo negar. Un invitado que pasa a ser mi amigo… pero luego, de una manera u otra, me recuerda que no existe lo nuestro, que siempre se ha tratado de él. Pero debo saber que el viene a recibir, viene a consumir de mi lo que sería nuestro, y así como llega, de un momento a otro, se llevará lo suyo y será como si jamás hubiese estado conmigo.
La culpa siempre me transforma a un lugar mágico. La culpa siempre será un sentimiento adolescente. La culpa siempre llamará a colación al flagelo de lo no deseado, La culpa siempre estará presente…
La culpa decidirá cuándo retirarse…
Hoy veo a mi amigo y extrañamente ya no es mi amigo. Tampoco, y nunca lo será, es mi enemigo. Más bien cada vez que lo veo logro compadecerme de sus decisiones, cada vez me convence más que los dioses le han dado pruebas que él no quiso superar…
Hoy veo a la culpa y extrañamente ya no es mi invitada, hoy decido dar ciertos pasos que llevan a la culpa a beberse esa botella de ron y embriagarse hasta perderse en su destino. Hasta embriagarse de amor y transformar sus cimientos hacia la aceptación, para pensar en el amor…

Lo importante no es donde, no es cuando, no es cómo. Lo importante es el viaje y lo que el viaje me otorga.
Vivir cada día como si fuera el último.
Vivir el último día hoy.
La muerte no es opción… y es que nunca seremos libres…
Me compadezco por la culpa y siento culpa…