sábado, 16 de agosto de 2008

Sobre moscas y muerte...



El caso es que vuelvo acá, claramente lo había dejado de lado... y me retuerce el estomago pensar que vuelvo por un comentario desinteresado, pero veme de vuelta.
El caso es que no me siento bien, y luego de encender la estufa ( es que ya no pude seguir en combate desigual contra el frío), y de percibir ese olor a gas por un largo tiempo me he preguntado si estaba muerto, creo que ya me convencí que no lo estoy... creo.

Vi la estufa como encendía su llama y todo fue normal, me recoste en la cama con el portátil en los pies mientras revise que había de música nueva. Pensé en la mujer que tantos pensamientos me quita, la sentí lejos físicamente y me sentí dañado por mi estupidez. Recordé lo mal que la paso en este minuto y sentí vibrar algo, pensé, en un principio, que era el celular, mi celular, pero no. Lo volví a escuchar y corroboré que era una vibración mucho más baja que la de mi celular. Me senté en la cama y ¡me asuste!. Pensé que podría ser un celular en la otra habitación, o en el patio, intente refugiarme en alguna respuesta lógica. Estaba asustado, pero no era un temor abrazador, era mas bien como esos temores que duran fracciones de segundo. En fin, pensé además que podría ser en el patio y que era el otro chico que arrienda que me espiaba por la ventada, me pareció una idea descabellada así que la ignoré y me di cuenta que algo extraño pasaba.
Luego recordé el olor a gas, me paré de la cama y sentí el cilindro, por atrás de la estufa. Revise las conecciones y verifique la llama, todo andaba bien, temí que pudiera tener razón en algún escape de gas y que explotaría una bola de fuego mientras olía cerca de la llama, me arme de valor y solo percibí el olor, nada paso.
Estaba parado a oscuras. Alumbrando, con una luz tenue, solo el portátil y la estufa. La vibración se había ido.
Me pregunte si algún escape de gas me había matado y yo estaba muerto, tendido en la cama y no podría verme. Pensé que ya muerto podría estar en una dimensión paralela y solitaria. Me palpe el cuerpo y me sentía, pero no pude asegurar que estaba vivo. No me asuste, solo me resigne a enfrentar el no verla mas, pensé en ella y como la pude haber perdido. Fueron fracciones de segundo tristes. Era como si habiéndome pensado muerto pude sentir un dolor que me hacia sentir vivo de verdad, dolido y vivo, herido por mi estupidez, por mi ignorancia y mi confianza, por pensar que puedo ser libre y que vivo en un mundo donde no se transgreden las libertades del otro, por confiar como un estúpido que se olvida que tiene todo por perder que es un frágil con las entrañas expuestas al daño no intencionado, las menos, e intencionado de los demás.

Me senté en la cama y puse el portátil en mis pies, imaginando cierta mi teoría sobre mi muerte, e imaginando como estaría mi cuerpo en mi cama. Como estaría mi cuerpo en esa otra dimensión que antes fue mi realidad.
Fue en ese instante que todo cobro sentido. Había un mosco inmenso en mi pieza. El sonido de sus alas parecía la vibración de un celular. Se paro en la luz de la pantalla de mi portátil, como queriéndome avisar que era él, que dejara de temer. No supe que hacer, no supe que contestar.
De inmediato recordé el asco que me dan las moscas, pensé si seria malo matarlo, pero me pregunte que demonios hacia un mosco en mi pieza, no quería mas preguntas y el mosco se fue a la oscuridad. Me pere. Me congele junto al fuego de la estufa pensando que seria correcto hacer. Decidí matar al mosco, no fue difícil encontrarlo en la oscuridad. De hecho fue innecesaria buscarlo, estaba como esperando. Cogí una sandalia (creo que la izquierda) la puse en la espalda del mosco, le pedí disculpas, y presione levemente (no quería manchar la pared). Su cuerpo se pego a la planta del objeto en cuestión y lo quise ver. Encendí la luz, tenia un cuerpo azul brillante, como celofán, las alas estaban intactas aunque apuntaban a extremos diferentes, los ojos eran diferentes a lo normal, aun movía sus patas. Roge haber hecho lo correcto y en el baño bote su cuerpo a la basura. Antes de despegarlo de la planta de la sandalia lo reventé en un costado del basurero, creí que si hacia eso no sufriría mas.

Aun siento el gas, pero creo que estoy vivo.