martes, 8 de julio de 2014

Anoche soñé contigo...

Anoche volví a soñar contigo...

La cosa iba algo así...
Estaba yo en un mundo dierente. Era un sentimiento de una tierra que no había sido invadida, y destruida, por la modernidad. Existía un alito de armonía con la naturaleza, la cual crecía con libertad y era posible caminarla por senderos naturales. Yo, ahí en medio del Todo, y de la nada, a la vez. Algunos senderos terminaban en cascadas hermosas, bañadas de colores diáfanos. Era un espectáculo realmente increíble. 
Y pasa que justamente lo increíble del entorno me llevó a cuestionar lo real de lo que aparentemente me rodeaba, a su vez caí en razonamiento y me logré percatar que estaba en un sueño, era otra vez esa libertad de realmente hacer lo que yo quisiera, lo que yo soñara ahora fue verdad, en mi mundo las reglas de cualquier lógica fueron anuladas al percatarme que visitaba otros mundos. Lograba sentir que otros seres miraban mi actuación, logre percatarme que me otorgaban el regalo de la libertad y lo quise tomar, lo hice mío y fui dueño del destino y de mis pasiones...

Anoche soñé contigo...

Habiéndome dado cuenta que nada era real y todo era posible quise responder a mi instinto y solo corrí, tras un paso le seguía el otro, cada vez más apresurado, cada vez más invisible, cada vez más entusiasmado, hasta comenzar a saltar, cada salto me alejaba un poco más de la tierra, hasta que sólo quise volar, y me entregue a la sensación de planear por sobre la belleza que bajo mí se anidaba. Era la sensación de ser una cámara que registra todo lo bello, que con su lente recoge la bondad de quienes antes me observaron, pero ahora me permitían ver lo que sus manos habían creado. Era una cámara  sin registro, solo me permitían degustar con la belleza por ellos creada, pero no llevármela y remover de su lugar primogeneo...
La imposibilidad de poseer la belleza...

Anoche soñé contigo...

Recuerdo que el pensar en belleza me hizo recordarte. 
Lo bello está en directa relación al recuerdo de tus ojos sinceros, en directa relación a las miradas discretas sobre tu cuerpo, en directa relación a la risa que me provoca el sorprenderme con tus movimientos. Juegas con la sensualidad como el niño juega a conocer las reglas de los adultos. 

Anoche soñé contigo...

Belleza. Posesión. Libertad. E inevitablemente triangularía el recuerdo de ti. 
Entonces, simplemente, te hice venir a mi. Simplemente ahí apareciste, y es que siempre ahí estuviste, nunca te fuiste porque nunca llegaste. 
Los primeros años dude sí tenerte desnuda o más bien cubrirte con ceda y terciopelo. Pero ya enamorado de la imagen de tu cuerpo bañado por un entorno natural y perfecto la respuesta fue fácil. Siempre debimos estar desposeídos de toda ropa que intentaba cubrir un ficticio pecado. Debíamos abrazarnos por la obligación de sentir nuestra piel, de sentir el calor de nuestros cuerpos, de sentir la humedad que yace en nuestros interiores. Todo es cancha en el verdadero campeonato de la pasión. Y no hay competencia cuando nos otorgamos en compartido triunfo. La pasión nos obliga a dar nuestro mejor esfuerzo para complacer a nuestro amante, y a cambio hemos de recibir el regalo de su mayor esfuerzo. Ni mil kamasutras permitirían imaginar el orgasmo que yace el rozar tu piel con mi cuerpo desnudo...
En este minuto pensé si era correcto tenerte desnuda frente a mí sin tu aprobación, y luego recordé que en mi mundo, este mundo entregado por seres superiores capaces de cultivar naturaleza  descriptible, todo era posible y cualquier construcción de moralidad intencionada se quedó en mi cuerpo, y mi cuerpo yace durmiente en mi cama, en mi hogar, a conciencias de distancia. 
Entonces te abraze desnuda, caliente y gozosa. Tus ojos buscaban mi sexo y tu ingenuidad era moneda de cambio por pasión inaudita. Mis dedos recorrían tu espalda, hasta llegar a tus nalgas, jugaban caminando hacia tu vagina, pero te sorprendían acariciando tus muslos, para con fuerza brutal apretarlos con fiereza. Rápidamente volví  a tu espalda y con fuerza moví  el mundo para posarme en tu espalda, logrando acariciar sólo con la yema de mis dedos el monte de Venus que transita hacia tu sexo, antes distante y cuestionador, ahora cercano y humedecido con pasión. Mis manos rozaron tus labios y con sorpresa volvieon a tus tetas ahora turgentes por la exitacion, las cubrí con mis manos y las presione hacia mi. Acto seguido tome con mi mano derecha tu cuello, con mi mano izquierda tu sexo y mordí tu cuello... Comenzaba a penetrarte, comenzaba la danza de recorrer el interior de tu sexo, comenzaba a sentir lubricar tus secretos, comenzaba a abrir fuerte tu culo, comenzaba a presionar tu estómago, comenzaba a jugar con tu cuerpo y mi cuerpo y nuestro cuerpo... Comenzaba lo que debemos acabar y me ví posado en mi cama, me ví despertando del sueño cubierto con pasión, libertad y dioses vouyeristas... Creía que todo fue fantasías adolescentes, pero mi pene decía lo contrario y el palpitar de mi corazón corroboraba las mentiras y engaños del glande tramposo...

Anoche soñé contigo y caliente podría contarlo.

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