jueves, 17 de mayo de 2007

Sobre las confianzas...

“Me miro a los ojos y me reconozco en ellos... me golpeo el rostro hasta destruirlo, vuelvo a mirarme en el espejo y me reconozco nuevamente. Pero escucho tus palabras, y me dices que te e fallado-ahora no me reconozco-...”

Somos seres tan simples y a la ves tan complejos. Para mi, me es imposible entender la racionalidad que pueda existir tras las conductas (si es que existe), intento entender al resto, pero se que no me entiendo siquiera a mi.
Hay veces en los que mis actos producen consecuencias realmente sorprendentes, muchas veces me dejan satisfecho en la totalidad, como si desde siempre hubiera estado planeado. Pero otras veces, las consecuencias me asustan, y pasan a ser desgarradoras.
Es desde esta mirada que me cuestiono el interés que genera las actitudes que cotidianamente veo.
La política; implicaciones de intereses para miles de personas, destinos puestos en manos de personas en las cuales nadie confiaría. Es el vulgo el que se ve transformado frente a la presencia de los seres políticos, ¿como reacciona la sra. Juanita frente al dirigente de la junta de vecinos? muchas veces con sumisión y desprecio a la vez, ella es la que presenta su nuca para ser degollada si es necesario. Pero si la Sra. Juanita intenta proclamar un ideal diferente, y éste es del agrado de la mayoría, entonces ella pasa a ser la nueva dirigente y detras de ella aparecen otras señoras Juanitas.
¿Es acaso la política inclusiva? ¿Es acaso la democracia inclusiva en su totalidad? muchos defienden este sistema político, promovido como el único ¿Pero existen más, aparte de de la Tiranía? ¿Y es acaso la actual democracia diferente a la tiranía? los intereses de los más se imponen frente a los de los menos, hasta que los menos transan sus libertades y pasan a hacer más, imponiéndose frente a los que no están en acuerdo. ¿En que minuto existe el verdadero consenso? Quizás el problema este en la comunicación y en la imposibilidad que tenemos para tranzar efectivamente los dichos intereses, o tal vez este antes, en la imposibilidad de tener reales intereses.
Es tan fácil pensar que se desea una TV más grande, tan simple poder querer una carrera universitaria. Pero ¿Es eso lo que realmente se quiere? ¿Quiero acaso el titulo universitario para tener mayores posibilidades en este cambiante mundo? ¿Quiero no ser uno más? Cualquier respuesta extrema a esta pregunta es abismalmente triste, pues el no querer una carrera y aceptar la realidad tal cual, me posiciona socialmente muy por debajo del común. Los ideales no pertenecen al modernismo, no pertenecen al capitalismo. Por otra parte el querer una carrera y aceptar la realidad como es enviada, queriendo trasformarla, me hace traicionar lo que en un minuto quise. El venderse al sistema (argumento considerado como inmaduro) es traicionarme. Esto pensaría un niño, pues no es así. El buscar conciliar lo que quise con lo que se ofrece es la solución.
¿Quien dice esto último? ¿Lo digo yo, lo dice la historia, lo dice quién controla, la sociedad o alguien más? La verdad no lo se, pero creo que el cuestionamiento es complejo, pero no menos prometedor. Como alguien dijo alguna vez;
“Hay que aceptar la humildad de no saber las respuestas para así poder simplificar el camino que nos llevara a ellas...”
Son palabras sabias, que en el minuto de los cuestionamientos nos traen paz al corazón...

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