viernes, 24 de mayo de 2013

Declaración de viernes

Y es que la vida nos sorprende con ciertos placeres a los cuales los sentidos no están acostumbrados, por decirlo menos, a consumir. Y es que difícil concepción de gusto se acerca más a la plenitud que el hecho de poder levantarte una mañana de viernes en atraso al trabajo pero con la recompensa del rostro de la mujer amada a un costado de ti, en ese mismo lecho de sueños concluidos y sueños por concluir. 

Y así, para después, con la premura de un día bello, poder escuchar tu radio preferida, y como sí los dioses ya no te hubieran bendecido eres poseedor de la capacidad de oír un tema de aquellos. Me refiero a una composición musical de esas que son capaces de conmoverte el alma. Una canción de tal envergadura, que pudiese resultar pésima en otra ocasión o simplemente pasar inadvertida, pero hoy es su día para mi, hoy no se ha saciado su ego con el simple hecho de transitar por los ductos de mi oído hasta lóbulos que interpreten ciertos códigos. Hoy la música unilateralmente decidió conmoverme, pareció dispuesta a articular sus vibraciones de tal manera que pudo romper las barreras de la emocionalidad de plástico, a la cual últimamente tanto me he acostumbrado, y caló en eso ya casi indescriptible. 
Dicen que la felicidad viene acompañada de tristezas... Pareciera que eso ya no me importa. Ya he disfrutado suficiente, espero poder seguir logrando cierto estado, siquiera ficticio, de plenitud. 

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