viernes, 8 de febrero de 2008

Sobre la vida...


Hay tantas cosas por decir…

Un poco de episteme; Me encuentro sentado en el mismo lugar al cual suelo recurrir cuando escribiré una nueva entrada al blog. Es la cabecera de la mesa del comedor, frente a mi notebook y en visión de los mismos objetos de siempre. Quizás con una o dos capas más de polvo, en comparación a la última vez que los vi.


Como es la tónica no se a que referirme –Como diría el protagonista de “Noviembre” “Ideas tengo muchas, lo que me falta es decidirme por una”.

Desde hace días que pienso en la muerte. Con tranquilidad aclaro que no en el suicidio, sino en el mismo hecho de la muerte. En la existencia del fin (que paradójico, existencia del fin. Es como pensar en que existe lo que se acaba. De seguro Aristo… o Plat... hablarían más de ello que cualesquiera de nosotros). El saber que la vida misma, con bases fundamentales en el hacer, ser y creo que con el materialismo actual el último elemento de la triada sería el tener, esta vida necesaria e irrevocablemente debe acabar. De todas formas s claro que n el correr de los años nos vamos acostumbrando a las pérdidas, para desembocar en la pérdida de uno mismo.
Lo que se encuentre o no más allá del umbral de la oscuridad final creo es tema de otro lugar. Como bien se dijo alguna vez “para que nos vamos a preocupar de lo que hay mas allá de la muerte, si aun no comprendemos la vida misma”.


Es en relación a éste cuestionamiento que he querido interesarme en postear algo que sea o por lo menos que tenga grados de profundidad. De alguna forma poder dar un pequeño legado de algún tema en especial, o quizás de la globalidad del mundo.

Quiero contar, y quiero confesar que me siento diferente a los demás. Recuerdo que desde pequeño no me sentí participe de los grupos con grandes convocatorias, sin saberlo comprendía que sentía vacios los sentidos frente a ideas que solo buscaban dar cabida a muchos, olvidando las individualidades características de cada cual. Nunca sentí la necesidad de llenar el álbum colo colo ’94, o tener que jugar a la payaya cuando todos mis compañeros lo hacían. Siempre tuve pocos amigos, con los cuales me decepcionaba y muchas veces me ilusionaba la amistad misma.

Cuando tenía 13 años y las circunstancias de la vida me hicieron inevitable el poder negarme a la posibilidad de trabajar. Allí conocí mundos que se me hacían invisibles. Recuerdo parte de las historias de los chicos que empaquetábamos en aquel supermercado. Algunos no esperaban mas de la vida que solo disfrutar lo que se les diera a su alcance, otros vivían con la tristeza de tener hermanos o parientes perdidos en hechos desafortunados. Como no recordar a Salinas, quién me conto que su hermano mayor (único sostenedor de la familia luego de la muerte del padre) se había encontrado con la muerte por no portar un cigarro para dar a un par de delincuentes. En el ambiente del trabajo infantil es también donde conocí la masturbación, suceso que me fue presentado durante mucho tiempo en conversaciones de chicos mayores, quienes hablaban de la “paja”, y se divertían al hacerme preguntas que yo no sabia contestar, pero por no quedar como imbécil contestaba igual, sin saber que justamente que ellos entendían que yo no sabia de que hablaban y esa era su diversión.
He vivido, en comparación al común denominador de personas, en muchas ciudades, conocido y hecho muchos amigos, muchos de los cuales en mi mente solo queda la brisa de su presencia. Este constante devenir de lugares me permitió una fácil adaptabilidad a los demás, aunque también una falta de profundidad en los sentimientos de entrega. Características que en momentos me jugaron malas pasadas, pero que creo supe superar para ponerlas a mi servicio y no en mi desmedro.
Creo no tener metas que se basen en el materialismo como sustentador de felicidad. No esta dentro de mis necesidades primerias o secundarias el tener un hogar despampanante que impresione a quién por mera casualidad por fuera de él pase. Siendo un amante de las tecnologías tampoco siento la necesidad del plasma de 52 pulgadas que llene d televisión los espacios de mi cotidianeidad. Quizás solo arremeta en la necesidad del transporte familiar en un auto que permita accesos a sitios bastante poco visitados, pero no es mi interés tener el modelo del año siguiente antes que mi vecino.
Si quiero otras cosas que me llenen desde adentro. Quiero vivir con quien yo lo desee. Quiero encontrar la compañía que comprenda mi inestabilidad, y que la comparta. Se las cosas que deberé perdonar, pues son los errores que me propongo en mi superar.
He descubierto que los días, en mi vida, que no he tenido alimento para comer por pagar la cuenta del agua, o de la luz me han enseñado bastante. Son justamente esos sucesos los que me permiten decir que si me siento independiente. Mi pensamiento y mis sentimientos apuntan desde mi interior y no son instalados por otros que me obligan a pensar como les conviene. Creo que nos mienten haciéndonos creer que la independencia es individualismo, que el pensar en una solución propia es egoísmo. Pero para poder ayudar al resto debemos, necesariamente, solucionar nuestros dilemas y nuestros propio problemas. Un pensamiento independiente no es, en ningún caso, un pensamiento que se auto genere en base a lo que de él emana. No mis amigos, un pensamiento independiente es el que sabe que información es vital y cual discriminar.

Esperando no morir por cumplir esta pequeña misión citaré a Truman Show
–Si no nos vemos Buenos Días, Buenas Tardes y muy Buenas noches…-

1 comentario:

ussit dijo...

conoci una parte de ti, eso me agrado. ah, volvi de las vacas. creo q comparto contigo una parte de lo q esperas de la vida, mmm si, si.
de donde eres? me gustaria saber eso. y bueno, muchas cosas mas, como porque me cuestan el doble las cosas q otros consiguen altiro.. en fin..ya no soy nada de rominoide..