domingo, 3 de junio de 2007

K y su muerte

Aquí va (como le dijeron a mi hermana) la puntita de mi historia... Bueno se trata de un trabajo para un ramo y me esta gustando, después sigo y les cuentos más.

"Debió haber llorado toda la tarde de ese viernes. Recuerdo que eran algo así como las seis, su rostro desfallecía de tanta tristeza. En un momento de lucidez recordó que sus padres llegaban a las ocho y por nada del mundo debían enterarse de lo ocurrido.

No recordaba la hora exacta en que entro a ese baño. Antes de entrar nunca hubiera imaginado que ese pequeño espacio de la casa se transformaría por unas horas, las más largas de su vida, en la prisión que marcaría el comienzo del cambio en su vida.

Durante toda esa tarde lo único que pudo hacer fue tomar con firmeza el lavamanos, en algún minuto abrió la llave del agua, pero el frio del metal y del líquido no se compararía con el golpe del tempano de información que había recibido aquella mañana. Sobre el lavamanos se coronaba un extraño espejo, el cual tenía la particularidad de deformar levemente la imagen que reflejaba. Esa deformación paso a ser la metáfora exacta que lo definía en ese instante. Su vida, todo lo que quería lograr, todos… todos sus sueños ya no importaban. ¿A quien le importaría los ideales de quién va a morir? Si, es cierto que en algún minuto la muerte llegara a nuestra muerta y nos extenderá la irremediable e irrechazable invitación, pero él era un joven y por sobre todo un joven prometedor. En él creía su familia, creía quién fuese su amor y por sobre todo creía el mismo.

Su nombre es Klaudio, pero todos lo llamaban K. Su edad, aunque ya cobraba el valor de ser solo una acumulación de recuerdos, era de 22 años. A su parecer fueron vividos a cabalidad, pero siempre se restregaba en el rostro que pudo hacer las cosas diferentes y mejor. Si pudiera volver atrás no cambiaría su actual situación, pero disfrutaría todo aquello que se negó, que se postergo por pensar en el mañana. Creía en el esfuerzo y en la acumulación de las cosas simples para generar una realidad mayor y más prometedora. Era cristiano y ejercía los votos del celibato hasta el matrimonio. Amaba con la mayor pasión, pero nunca traspasaría lo que la santa iglesia consideraba como puro. Respetaba a su amada con la promesa del cuidado que solo da quién en realidad considera la pasión como santa. Ella se llamaba Esperanza, para él ella siempre fue E. Sus suegros deambulaban entre la música y la poesía, para quienes siempre el nombre de su hija fue un mensaje a quienes no creían en el mañana. E tenia una cabellera rojiza intensa, unos ojos negros que fácilmente penetraban a quien osara enfrentarlos, un cuerpo que solo la Venus dentro de su perfección podría imaginar. Era hermosa, pero además tenia esa particular hermosura que va más allá de lo que los ojos pueden ver.

Ese viernes K tenia la cita con su medico a las diez menos treinta de la mañana. Como siempre con la puntualidad de un cristiano devoto, llego a la clínica poco antes del tiempo pactado. Traía junto a el los exámenes que la semana anterior el doctor le había pedido, se los realizo con la meticulosidad que lo caracterizaba. Algunos decían que esa cualidad de realizar las cosas como era debido era un don de Dios, pero otros lo criticaban por no vivir la pasión del riesgo. Pero a él nunca le importo ninguno de los dos comentarios, pues bien sabía que Dios estaba con él y que era feliz siendo cuidadoso y exigente. Era su gran compromiso el perfeccionismo. Paso al box del medico, tan frio, tan sobrio para su gusto. Con esas mesitas de madera que no logran mejorar a nadie, sino al contrario enferman más. Entregó los exámenes y espero a que le dijera algo el doctor."

1 comentario:

Sr. Ocioso dijo...

La pregunta se me hace demasiado obvia, "¿Y QUE LE DIJO?"...

Me pareció interesante la historia, me gustaría saber ¿si efectivamente la vas a terminar; si ya la terminaste o si este será el formato definitivo para contarlo.