Pronta salida
Al pensar en la cercanía del
viaje ya todo empieza a tener esa perspectiva que asusta y seduce. A la
distancia ya cuantificable, de lo para mi inminente, creo que la ansiedad se
empieza apoderar de mi ser.
He estado observando el paisaje
de manera particular… creo que me he podido conectar con ese turista que ya
desde hace años ha despertado. Las miradas a la cuidad, al horizonte, a las
personas, a la naturaleza y el paisaje se ha orientado a cierta atención y
retención de todas las dimensiones que nos conforman. Los sonidos y los olores
serán los más difíciles de retener…
En mi última formal salida me he
llevado a un bar de esos que se transformaron en cotidianos. Una especie de
buhardilla que mantiene, y sostiene, ciertas libertades cuestionables por las
masas, y tal vez una que otra ley (pero declaro bajo juramento son solo leyes
injustas y dictatoriales propias de la modernidad). Debo mencionar que dicho
bar se luce en austeridad y es que su carta no daría para esquela ni menos…
Pero las primeras cervezas son frías y deliciosas… luego se entibian y agotan… Poniéndolo
en perspectiva dicho local es bastante mediocre, si los baños a la hora están
inundados en orina, las cervezas se acaban, el guardia es un pasado a mierda
con complejo de policía en su prestancia…
Je, mi punto parece ser que
justamente esas particularidades son las que mi viaje no me permitirá llevar. Y
es que espero viajar por muchos lugares, visitar muchos bares, conocer y
maravillarme con los rastros de la humanidad que van quedando en esas calles
floridas de basurales móviles compuestos por cadáveres de snack y comidas de
paso (pero la clase trabajadora muchas veces no tiene tiempo para pararse a
comer, entonces menos tiempo tendrá para meditar respecto de las consecuencias
a largo plazo de la acumulación de basura por persona y como ello generará
graves problemas a corto plazo… etcétera). Espero poder acumular tanto pero
tengo miedo de que mi ser posea una memoria limitada y las historias nuevas
comiencen a borrar las antiguas.
Declaro mi memoria como un
tributo a la humanidad, a los logros y a los fracasos. Al constante avanzar y
la inmutabilidad del tiempo.
Sé que conoceré lugares parecidos
a los que he vivido, pero nada será igual a lo dejado. Por un lado ello es la esencia de la aventura
en sí misma. Por otro lado ello es el desafío a no olvidar, a no confundir
rostros, a no emparentar experiencias. Creo que el desafío es mantener la
claridad en torno a no perder la humanidad.
El camino no es para levantar o
derribar imperios, eso lo hará la progenie. El plan más bien es caminar y
contaminar con una idea clara “si, se puede…”
En estos últimos días la expectación
ha ido en aumento, ello plantea nuevas sensaciones y nuevos cuestionamientos.
Siento que hay un maldito mundo de posibilidades…
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