Leona
Si hay algo que tengo claro es
que la iluminación la reconoceré un domingo en la mañana…
Y es que en los últimos meses ha
sido tan, pero tan difícil dejar otros estados…
Y en este contexto el dejar los
domingos atrás es solo la fórmula adecuada para extender la agonía de males
imposibles de enfrentar…
L lógica desechó la coherencia,
Y a su vez la coherencia es el espacio de la mente
entre lo humano y lo animal,
Se desprende una crucial relación
entre el dolor vivido y la posibilidad de trasformación de lo irreal a lo real,
O por lo menos a lo que dícese
real.
Los domingos en la mañana se han deshecho
de la capacidad por sentir placer,
He intentado llegar a orgasmos
personales más allá de lo medicamente recomendable,
Mucho más allá de lo humanamente
esperable, incluso,
Sin embargo ya nada de ello tiene
el menor de los sentidos,
Y es que tu rostro, tu hermosa
expresión de pasado sufrido, de conciencia ilustrada, de poder contenido, de
placer violentado y dejado de lado cual cosa barata. Tu mirada es la expresión
de control, es la invitación a alterar la materia y suscitar pasadas emociones
que ahora sí estarían orientadas al bien. O por lo menos desde un esfuerzo
consciente…
Más allá de lo vivido eres la
amalgama de mi bien, y ello me enamora.
Aunque injusto sería olvidar el
pasado, injusto sería dejar atrás esperanzas similares y olvidar que se
necesita una cama compartida para ensoñaciones superiores y placeres mundanos
que nos lleven a la orca.
Eres el sueño de lo real, pues de
ti han emanado sueños de placer en experiencias de dolor por otros
inimaginables. No me engañas, en tu rostro están los dioses durmiendo, en ti la
pasión descarnada de la experiencia, en espera a ser despertada y dominada cual
emblema patrio, cual emblema de redención, cual soberanía transatlántica…
Quiero cogerte de tu pelo, abalanzar
tu rostro a mi pecho. Sorprenderme contigo congraciándote con mi aroma a
hombre, desprendido de la brutalidad de tu entrega. Quiero llevar tu rostro a
mi rostro, acercar tus labios a mis labios, y en un furtivo roce de las carnes
vivas, que ahora es tu boca, remecer sorpresivamente tu ser con un movimiento bruto
de mi brazo y así extender tu cabellera de tal forma que no sepas distinguir
entre el dolor y la pasión despertada. Así tus labios ya se han alejado de mi boca, por sobre tus deseos he decidido no
besar tu rostro. Muy por el contrario ya me encuentro frente a tu cuello, tu cabeza
agitada, jugando a la resistencia pero a la vez entregada al juego, se tambalea
de manera colérica, pero tu mano sigue sosteniendo mi cuerpo con pasión y un
jadeo que se está haciendo indominable. Así el verdadero beso se dirige a tu
cuello, sube lentamente hasta alcanzar el trofeo en el cual se ha transformado
el lóbulo de tu oreja izquierda… morderé vuestro cuello y recitaré palabras de
pasión que mediante tu oído se depositarán en todo tu cuerpo, se anidaran en
tus músculos haciéndoles capotar… Hasta que por fin llegarán a tu sexo… ya nada
logrará acercarte al pasado.
A esta altura de la noche ya no
importan amores pasados, ya nada importa tu apellido, ya nada es tu cuerpo
siquiera. La hermosura ya es encuentro y se consuma a fuego alto, fuego en la
sincronización de dos materias ansiosas por llegar allá donde alguna vez
estuvieron, pero con la esperanza de hoy tener el control.
Eres la agonía desesperada del
reflejo, de mi reflejo.
¿Eres la real mujer de mi
perdición?
Tal vez es hora de saberlo.
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