sábado, 3 de julio de 2010

Sobre un mismo...



Y me dices que debo creer en dioses
¿Y me dices que debo creer en dioses?

Hay veces que estoy harto de esta incertidumbre
y hay veces que estoy harto de esta certidumbre.

Es tan fácil jugar con las palabras para creer que se dice algo. Y en la oscuridad e intensidad de las mismas decir ese “algo”, pero con la seguridad que nadie entenderá los códigos para hacer la lectura que para ti es la correcta. O, por otro lado, dejar el texto abierto para que tú mismo hagas una lectura completamente distinta pasadas unas horas, unos días, meses, años o vidas.

Pero nuestra ingenuidad nos atrapa en esa espiral que engaña, pues nuevamente te cuestionas los ciclos y, justificándote nuevamente, desmereces el valor de la palabra escrita como insignificante para el momento actual.


¿Necesitamos creer en dioses?

Me temo que muchas veces sí. Muchas veces nuestra cobardía no nos permite enfrentar el mundo oculto que esta ya arraigado bajo nuestras mascaras, ese mundo oscuro del que queremos escapar, pero que es placentero protagonizar. Entonces mesiánicamente vendrá un externo que te dará la fuerza necesaria para dejar atrás eso que no quisiste enfrentar por vergüenza, lastima, cobardía u otras tantas miles de justificantes. Quieres pararte el pulpito y confesar a los viento que fuiste uno y que hoy eres otros, quieres tener el reconocimiento y agrandar tu egoísmo, o tal vez quieres hacerlo en secreto para enrostrarlo en su momento –que fuiste capaz de hacerlo solo- que no necesitaste de la ayuda del otro-.

¿Necesito creer en dioses?
Muchas veces quiero pensar que no, pero la mayoría de la veces me veo atrapado en lo que me avergüenza, en lo que de mi depende mejorar, en lo que no me agrada. Y a veces, en esas veces, desearía poder creer en una mesiánica salvación que me pueda sacar de esa espiral que a veces, en veces, no me agrada. Lamentablemente cuando el socorro no es aparecido, cuando recuerdo la necesidad, y la incapacidad de creer en la salvación por arte de magia, mirándome las entrañas veo que de mi dependerá salir de estos estados “un tanto oscuros”. De mi vuelve a depender el tomarme la palabra y enfrentar lo que quiero decir, lo que en realidad quiero decir… lamentablemente en este proceso de introyección, muchas veces, la ocasión adecuada ya pasó. Debo mejorar mi velocidad de reacción…

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