sábado, 24 de abril de 2010

Sobre ciertas rosas...

Suelo rodearme de gente correcta, pero en momentos equivocados.
Suelo estar en todo momento con la gente incorrecta.

Siempre me ha sido de gran intriga el masoquismo del cual soy testigo. Creo que la vida no es justa, creo que lo justo se escapa a lo que podemos llamar humanidad y creo que todas las palabras que de mi emanan son desvaríos de una mente torturada que no acepta lo que le es prometido.

He presenciado escenas que se escapan de cualquier teatro barato, y que mas bien se transforman en una obra de magnitud bestial, con respecto a su organización premeditada, para hacer sufrir a un alma en particular. Creo que somos hijos de nuestros actos y creo que ni en ello creo.

-¿Volar?
- no... no lo creo. En mi desván espera marihuana hace mucho tiempo, y vaya eso no es para mi.
-Sabes que no me refería a ello
-No, no creo que yo sea de esos que escapan...

Te quiero insistir sobre el masoquismo del cual soy testigo presencial. Esa cadena de sucesos incapaces de producir cierto grado de satisfacción se ve presente en las miradas, en las micros, en las comidas, en los abrazos, Neruda diría "en los espejos", pero bueno allá con ese bastardo incapaz de enfrentar la muerte de la esperanza...

-¿Hay muchas ideas?
-¿Como te atreves a preguntar eso? esto es como esa prisión de oro, salvo que no estoy aprisionado y no existe, a mi alrededor, nada de oro, ningún metal precioso. Es mas, estoy rodeado de paja y cansado de sostener el cerillo en mi mano ¿Cuando se apagará? El fuego de ese pequeño palito (que un día fue un fuerte arbol) se hace cada vez más inevitable. Quiero hundirme en el abrazo del fuego, sentir como me descascara, como me consume en latigazos de perdón y redención.

Pero bueno, mañana será otro día y quizás el supermercado tenga una buena oferta que ofrecer...

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