sábado, 10 de septiembre de 2011

Sobre USHER....


Esta película es de esas que no te gustan, pero no puedes dejar de ver. Ciertamente como la herida en tu lengua que sanaría si dejaras de rozarla, pero es imposible.

Citando a Homero Simpson esta película tiene lo que me gusta... un final. Pero entonces ¿Por qué hablar de ella? ¿Por qué perder mi -valioso- tiempo, dedicándolo a ella?

Pasa que a medio transcurrir de la misma, bueno yo creí que era cerca de la mitad, se hace inevitable estar en acuerdo con la idea propuesta. Es inevitable admitir frente a los, innegables, hechos que la vida es una soberana mierda, por más que te esfuerces e intentes controlar todo, hay situaciones que te superan y dependen de otros gilipollas. O -de forma totalitariamente agresiva- depende de un “otro”, bañado en una supremacía omnipotente, omnipresente, omniabarcante, etc. pero que por sobre todo nos odia, nos desprecia y pareciera ser que disfruta con nuestro sufrimiento.

Pero no, esto no se queda ahí. Sino pasaría por ser otro discurso ortodoxo encubierto, esto avanza y pareciera que las cosas seguirán poniéndose peor... y así es. No hay tiempo para un chance, no hay posibilidad de tregua.

He ahí la fortaleza de la película, el final... les invito a descubrirlo, y a crearlo a la vez.


Ya me he dado cuenta que el final es muy poco importante “...lo importante es llegar...”


Hay momentos en la vida en que nada tiene sentido, pero suceden ciertas cosas que nos hacen olvidar aquello. Y pareciera que nos vamos sumando en una espiral que va dando norte a nuestros caminos, hasta que nuevamente la brújula se rompe y desaparece todo lo que creíamos nuestro. En esos momentos aparece la posibilidad de recurrir a “eso” que nos dicen debemos hacer, a cumplir con lo que se espera de nosotros... pero nos lleva inevitablemente a otra espiral de deformaciones, y de decepciones, nos lleva a un cansancio eterno que nos permite sentarnos en la tarde, casi noche, y contar los caprichos de nuestro o nuestra superior, nos permite oler el aroma de nuestros muebles -que cumplen con las expectativas soñadas-, nos permiten ese sentimiento de tener lo que otros desean, además de querer lo que otros poseen. Luego nacen los hijos y son bellos, parecieran ser un milagro de Dios -de ese mismo que ya olvidamos nos odia y nos deposito mediante su escroto santo-, son una belleza que no hay que defraudar. Hijo “te daré más de lo que a mi me dieron, serás mejor que yo”... cómo si el pequeño fuese culpable de mi negación, de mi baja aceptación, y de la imposibilidad de superarme, te debo dar más, porque mi amor será medido en relación con los bienes materiales que te rodeen, será medido con la educación a la cual tú tengas acceso y te diferencie del resto de los mortales, será medido por las oportunidades que mi circulo social te pueda ofrecer, esas a las que los demás no tendrán posibilidad siquiera de soñar, y que descubrirás serán el mayor de los tesoros, incluso por sobre los bienes que te rodean. Esa será la perpetuación de la elite que yo nunca seré, de la elites que mis padres soñaron en darme, pero que sus frustraciones les impidieron lograr, así serás más que yo porque solo así demostraré que soy más que mis padres, ya no soy de donde están mis muertos, yo seré mejor y tu no lo podrás negar, serás mi fruto y me veneraras como beatificado, por sobre mis pecados y por sobre lo que no hice y tú siempre mereciste...


Pareciera ser que hoy hay odio dentro de mí... creo callare mis lamentos...


_(Por cierto, en la película aparece de manera genial N. Portman...)

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