Sobre la auto modernidad...
Existe una intrigante
relación entre tragedia y arte.
Es cual si la tragedia inspirase un arte un
tanto descriptiva. Morbosa y descriptiva.
Es como si la verdad fuese que existen las
muzas malévolas, solo intencionadas en mirar el dolor de los otros, y así la tragedia
les satisface cierta emoción que no pueden alcanzar en sus especies de paraísos
sobre-terrenales.
Existe una intrigante relación entre tragedia y
arte. Y la vida moderna es la mayor y la peor de las tragedias.
El morbo colectivo se
deja caer…
Ya lo dijeron de manera muy acertada, y
rítmica, los Chancho en Piedra. Ya se instalo esa crítica a la necesidad de
mirar la tragedia a los ojos, y en algún tipo de recordatorio seudo masoquista
saber que el otro está sufriendo más que uno. Es como si esa des-humanidad nos
devolviese la humanidad.
Hoy se ha lanzado el comienzo de las campañas presidenciales de la alianza por el cambio, coalición de turno en la hegemonía
política. Uno de los dos contendientes es de apellido Golbourne. Justamente uno
de esos apellidos que no han llegado a las poblaciones, apellidos que no bañan
al indio huacho o al mestizo errado de la historia nacional. Pero en fin, no es
sorpresivo que este personaje trascienda desde la gerencia privada a la escena
pública, con cierto grado de éxito. Logrando instalarse como referente social a
partir de la tragedia minera del 2011…
Los 33…
La historia reciente de tragedias nacionales ha
estado marcada por múltiples eventos. Ya no es novedad el como la tragedia
aumenta la estupidez nacional, y abre los corazones solidarios por esencia de
la chilenidad de base… 33 minero atrapados 700 metros bajo tierra por algo más
de dos meses. Luego en un hecho improbable una capsula logra dar con el refugio
exacto. Y así lo que se escribía en anaqueles de tragedias ocultas y desamparadas,
mediante ingeniería geográfica, pasa a titular mundial. Y no exagero al
recalcar lo de titular mundial, cual santo quisiera adjudicarse dicho milagro.
Pero el santo que primero levanta la voz es la ciencia, y es la ciencia la que
se ensalza dicho logro, y es Chile… nuestro Chile lindo es que toma
protagonismo mundial. Esta vez no es con dictadores, no es con crímenes de lesa
humanidad, no es con tenistas amurrados, no es con futbolistas capaces, no es
con un presidente que equívoca de manera bufonesca (Sebi… tu de nuevo… me haces
tanto reír pequeño millonario querubín…).
Pero la historia no acaba ahí. Desde ese día el
Ministro de Minería, en una acción sin precedentes se transforma en el rostro
del éxito. Es el reflejo de la chilenidad exitosa, la desde ese día llamada chilean way. Porque en un contexto de
vaivenes económicos, que se avecinaría, este chile puede salir airoso, por que
los millones de dólares movilizados para rescatar a 33 mineros atrapados por la
negligencia de una empresa privada pueden ser olvidados. El costo de su
tragedia es recordarnos que nosotros los chilenos podemos reunirnos en un
abrazo sincero frente a la televisión, nos podemos emocionar por el milagro del
santo de moda. Podemos compartir el acierto de ese ministro carismático. Chile
puede, Chile se la puede. Chile no es wueon.
Ese ministro iniciaría su campaña ese día, para
luego pasar al pomposo ministerio de obras publicas. Su cercanía con la gente
se acrecentaría. No es de extrañar que dicha formula ya haya rendido éxito con
Lagos en el gobierno de Frei. No es de extraño parecer que la forma diferente
de hacer las cosas sea la misma que ocupo con tanto acierto la concertación en
sus años mozos. En esos años que consolidaban la tarea de ese general, dictador
y asesino sin escrúpulos. No es de extrañar que el NO, con el paso de los años,
tenga aun mas tintes de SI.
Así el otrora ministro, hoy, en transmisión
nacional, dios mediante cobertura periodística amarillista y polarizada, hoy es
recordado como el salvador de los 33, como el pilar fundamental en el milagro
de la ciencia. Es transformado en el recordatoria que aún podemos hacer patria
700 metros bajo tierra. No todos los territorios están gobernados, y la
vanguardia es y debe ser chilensis…
Los derechos de los trabajadores, los deberes
de la empresa, la deuda del Estado son para debates políticos. No nos pongamos
fomes… estamos iniciando una campaña dirían.
La modernidad es la
peor de las tragedias…
Pertenezco a la clase trabajadora. A esa clase
baja que le vendieron la pescada del ascenso social vía carrera universitaria.
Esa clase de sujetos que intentaron adormecer 12 años con una educación de
cloacas, hija de una dictadura asesina. Y luego intentaron entrar en un coma
inducido por otros cinco años de universidad. Pero algo adentro es superior. El
descontento de siglos de abusos ha sido mayor, la desconcertación de la especie
permite a un mínimo de miembros del grupo no conformarse con el entorno. Antes
cazadores y colonizadores, hoy resistencia y descontento popular. La coca cola
ya no nos gusta. La modernidad es un triste popurrí de fracasos de control.
Camino de casa al trabajo, mediante una hora de
recorrido entre ciudades, se suscita un accidente en la carretera rural. Dos
muertos es el resultado, la tragedia enluta a una familia reconocida del sector
local. Las radios y los medios de comunicación locales se agolpan por el
protagonismo de la información. Un ambiente de pesar se apodera del lugar. El
colectivero sufre, la contadora sufre, las personas sufren.
Dada mi profesión mi jornada no responde,
necesariamente, a las siete horas y media. Mi jornada hoy es de cerca de tres
horas, y ya finalizando debo volver por esa misma ruta que hoy llevo a dos.
Claro que sé que es su momento, y si debe ser mi momento es un agrado poder
estar trabajando, entregando todo lo que uno tiene en y a los otros.
Básicamente moriría feliz.
El bus desciende su velocidad, hasta quedarse
inmóvil. Evidentemente delante de nosotros la ruta se ha limitado a paso en una
vía. Turnando la fuerza pública el control del orden. Así solo debemos esperar.
Este análisis de ciclos de paso parece ser entendido por todos los presentes en
el bus, nadie opone resistencia. Un sentimiento característico empieza a
ebullir. Las personas sin control comienzan a agolparse en las ventanas que
parecieran aventurar esa postal de tragedia, todos quieren tener un recuerdo
gráfico de la muerte del otro. Como si esa muerte fuese la aniquilación de la
muerte, la eliminación de lo mal ocurrido, la expiación de mis pecados. El
ventanal suda, los pies ya están picando y las personas impacientando.
Finalmente pasamos a un lado de la tragedia.
Finalmente el bus, de manera lenta, pasa por el costado donde dos hoy han
muerto. El silencio culpable ocupa unas milésimas de segundo, mientras los
demás minutos son ocupados por la excitación. Orgasmos de culpa, dolor y
fascinación son eyaculados por los ojos testigos de los chilenos y chilenas
transeúntes de la carretera facinerosa y mortífera.
El viaje continua y ahora las persona duermen o
juegan en sus celulares.
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